lunes, 14 de noviembre de 2022

Fin.

    Entonces te das cuenta que todo a merecido la pena y que al fin tu sueño se ha cumplido. Tú, que siempre has soñado con ser la protagonista de una comedia romántica, has sido la protagonista de una a la que llaman VIDA.

   Has conocido al amor de tu vida, no habéis podido estar juntos, vuestros caminos se han separado, te has llegado incluso a casar y cuando tu vida se encontraba en el peor momento ha llegado ÉL con su capa de príncipe azul a rescatarte.

    Y es entonces cundo tienes la certeza de que llegas al final del cuento, donde al fin se es feliz y todos los miedos desaparecen y empiezas a disfrutar de a historia.

viernes, 28 de octubre de 2022

Historias.

Hay historias que te atropellan.

Hay historias que pasan por encima de ti como un tren de alta velocidad, partiéndote en dos la ingenuidad con la que creías en algo. Algo. Algo grande, claro, porque son los pedazos de las grandes certezas rotas los que más cortan.

Y no estoy hablando solamente del amor.


Después del atropello, queda recoger del campo de batalla a los heridos y cargar un carro con los cuerpos de los caídos. Hay que dar sepultura a quién quisiste ser y no fuiste, ya sea tras el amor, la aspiración no alcanzada o la pérdida.

Después, toca pasar tiempo como campo yermo sobre el que pueden edificarse ciudades que no hacen ruido y cuyos muros siempre serán de papel. Y te sientes como la tierra sobre la que ha caído una bomba atómica. Destruida y radioactiva.


Pero incluso después del mayor de los atropellos (que hay quien podría creer que es la propia vida) es aplicable aquello de que “todo pasa y todo queda” a la espera de que decidamos si “lo nuestro es pasar”.


Un día te descubres sonriendo. El siguiente tienes ganas de más. Cuando quieres darte cuenta, la única herida que queda es la de haber creído a pies juntillas en algo que solo dio muestras de ser un cuento popular, más leyenda que realidad.

Y la piel se descubre tan hambrienta que solo se le puede malcriar. Y ahí estás, de nuevo, dispuesta a abrir una ventana al mar.

jueves, 13 de octubre de 2022

ME GUSTARÍA.

Me gustaría poder hacerlo bien contigo. Ser capaces de hacerlo bien. O, en su lugar, de mostrarnos y tratarnos con ternura después de hacer las cosas mal. Abrazarnos, besarnos la frente, los párpados, el pecho, estrecharnos más fuerte y dejar que la piel se perdone la debilidad. 

lunes, 10 de octubre de 2022

VAYA...

Quiero alguien que me quiera, que quiera darlo todo por mi, que cuando necesite tiempo o espacio lo pida y no desaparezca como si fuera una intolerancia que sale cuando abusas de algo.

Que mis cosas le duelan como si fueran suyas.

Que mis alegrías le alegren más que a mi misma. 

Que mis logros sean los suyos y mis caídas le duelan tanto como a mi.

Que necesite amar y sentirse amado, que lo haga sin cordura ni excusa.

Que necesite escucharme, comprenderme y no le pese lo sensible que pueda llegar a ser.

Que cuide los trozos helados de mi corazón y no le haga promesas en falso...

Porque después... vaya...

martes, 5 de julio de 2022

 


Según una leyenda japonesa las personas estamos unidas por un hilo rojo
Un hilo que nos enlaza con la persona a la que estamos destinados.
No creo en el destino... Creer en el destino te relaja, te predispone a la espera, te convierte en un pasivo inerte aguardando el futuro.
Me niego a cargar una cadena buscando a quien engancharme.
Sin embargo creo en los vínculos, esas hebras que te unen a las personas que ya conoces...
Los vínculos se estiran, se tensan y algunas veces se rompen... el tiempo, el desgaste y el olvido corroen el lazo, pero algunos inexplicablemente perviven ¿que nos une a alguien con la firmeza necesaria?

domingo, 15 de mayo de 2022

¿En qué momento dejé de ser todo esto?

Verificado

Era una mujer exceso, a la que le crecían flores entre los pechos y le brotaba vino de los dedos.
Era una mujer que sonaba a palmas y carcajadas, cascabeles, música y libros.
Era una mujer que no entendía ser vergüenza y ser secreto, que eligió ser escogida y presumida.

Era una mujer cansada de los tipos a los que les molestaba el viento y que un día dijo “a la mierda con tanto ruido”. 

 Y ahora voy a pensar en lo que merezco. Ni en lo que necesito ni en lo que deseo ni en lo que tengo ni en lo que me falta. En lo que merezco.


Merezco que te desvíes hasta mi puerta solo para darme un beso. Merezco que, en tu reloj, yo le gane el pulso al tiempo.
Merezco que quieras coger mi mano y que al hacerlo te sientas lleno, nervioso, orgulloso, un niño.
Merezco que me traigas el café a la cama… al menos una vez. Merezco que me des la oportunidad de hacerlo también contigo. Merezco que me sonrías al despertar. Que me beses en la calle. Que me presumas con tus amigos. Que no te avergüences si en el bar me pongo a cantar.
Merezco que apagues el despertador a la primera si yo no tengo que madrugar. Que me esperes con la toalla preparada al salir de la ducha. Que respetes que no me gusten los paraguas pero que odie que la lluvia me moje el pelo. Que a veces dejes pasar que conteste tonterías cuando la cosa se pone intensa. Que mis hombros sean uno de los sitios preferidos de tus labios.
Merezco que nos enviemos canciones un poco ñoñas y luego nos pongamos fieros en el sofá. Muy fieros. Que me pongas en duda, me des la razón o me lleves la contraria según clame el cielo… o tu pecho.
Merezco que nunca me dejes con la palabra en la boca, que pienses antes de hablar, que te preocupe cómo me harán sentir tus palabras o tus silencios, que respetes la mujer que soy.
Y lo merezco.
A cambio, pagaré con una moneda diferente pero de igual valor, que con otros gestos te dé aquello que tú mereces. No puedo prometer cambiar mi naturaleza por la tuya, ser el reflejo de tu espejo, pero sí equilibrar la balanza entre tu emoción y la mía.

Y si no estamos de acuerdo… y si no crees que es esto lo que merezco, despidámonos con un abrazo y deja espacio para que yo misma me dé aquello que quiero.

 Te imagino aquí acurrucado y siento una mezcla de placer, vértigo, miedo, calma y culpa. Cuando te imagino siempre hay niebla en todas partes, hasta entre mis dedos. A lo mejor imaginarte es como pasear por Londres y yo aún no lo he entendido.

Por no entender, no entiendo nada más que la solidez del deseo y el vacío enorme que crea la necesidad que lo llena todo. El hambre, la sed, el frío, el fuego en la boca. La boca reseca de tantas ganas chorreando por la barbilla.

No entiendo el tiempo, no entiendo no cumplir con la norma, no entiendo qué me pasa por dentro cuando estás dentro ni tampoco lo que ocurre cuando sales. No entiendo la culpa, no entiendo la falta, la ofensa ni el miedo. No entiendo dónde está el pecado en algo que no se puede evitar y que cuando se evita no es más que ropa empapada que espera en la cuerda de tender dejar de gotear sobre el suelo… mientras llueve.

 Lloro a menudo, casi siempre a solas, culpándome de lo que me sale mal. Soy así, aunque intento cambiarlo.

Estoy intentando quererme más y mejor. Unos días lo que veo en el espejo me satisface (que no me encanta) y otros me hace sentir tremendamente mal. No soy y no he sido nunca una mujer con un físico normativo; probablemente nunca lo sea. Me acomplejan partes de mi cuerpo.

Las palabras son importantes y lo que nos decimos a nosotras mismas construye la base de la relación que establecemos con ese yo íntimo y consciente.

Soy una mujer fuerte; lo he sido durante toda mi vida. Soy impulsiva. Soy un ser que ama. Soy muchas cosas malas y un puñado de buenas en las que me centro mientras intento corregir aquellas que pueda cambiar para ser más feliz. Pero, sobre todo, como tú que lees esto, también soy débil, también me duelo, también merezco ser amada, también aprecio el detalle, el abrazo, el regalo, también aspiro a recibir el mismo cariño que invierto en los demás.

Seamos amables, empáticos y complacientes con todo el mundo, incluso con vosotros mismos.

viernes, 1 de abril de 2022

Un puzzle

A veces pierdo el hilo de quién soy. Se me mezclan las mujeres que viven en mí y ya no sé cuál de todas habla más veces en mi boca, cuál de ellas es la que hace que el corazón me lata fuerte, cuál soy yo.

Un puzzle, me imagino. Una mezcla. La amazona que he visto emerger durante este último año (al galope, armada, confiada, fiera y decidida). La niña adulta que pide por favor un abrazo cuando algo le da miedo, pero no quiere que nadie más que ella lo resuelva, orgullosa. La de las dudas infinitas, que en diez minutos es capaz de cambiar doce veces de opinión sobre cómo se siente.
La firme. La mordaz. La ardiente. La de los pies permanentemente fríos. La impenetrable. La que pide perdón. La que no pide permiso. La que se ríe a carcajadas. La que puede quedarse afónica de tanto sollozar. La que guiña un ojo con descaro. La que quiere esconderse en su hogar. La que quiere coger un avión a cualquier parte. La que te cantaría cualquier canción en el coche. La que se acomoda en el silencio.
Hay veces que, efectivamente, no tengo ni idea de quién soy, pero trato de divertirme mientras lo averiguo.

TODOS SOMOS TODO

He sido la mala y cenicienta, la bruja y yo que sé.

He sido todo lo que se podía ser.
He sido yo, he sido tú, he sido él.

Si vivimos una vida completa, todos seremos el mentiroso, la víctima, el verdugo, el sincero, el mal amigo, el hijo de put* de alguien...

Todos somos TODO.