Hoy he visto por primera el rey león (si, se que tengo 20
años, pero nunca es tarde) y conduciendo de camino a casa he estado pensando en
cómo Simba huía del pasado...
A menudo tendemos a creer que el pasado es pasado. Que no lo
volveremos a ver. Como si estuviese escrito en una pizarra de la que lo podemos
borrar para siempre. Creemos también que con los años hemos hecho desaparecer
los errores de juventud, sus amores de pacotilla, sus fracasos, su cobardía,
sus mentiras, sus pequeños acomodos, sus falsedades.
Pensamos que hemos barrido todo aquello. Que lo hemos dejado
escondido bajo la alfombra.
Nos decimos que el pasado tiene un buen nombre pasado.
Pasado de moda, pasado de fecha, sobrepasado.
Enterrado.
Estamos ante una nueva página nueva. Una página nueva que
lleva un bonito nombre de futuro. Una vida que creamos, que nos enorgullece,
una vida que hemos elegido. En el pasado, en cambio, no siempre podíamos
elegir.
Sufríamos
Nos influían
No sabíamos que pensar.
Nos buscábamos.
Decíamos que sí.
Decíamos que no.
…
Para eso inventaron la palabra: P A S A D O, para meter en ella
todo lo que nos molestaba, lo que nos hacía ruborizar o temblar.
Y entonces, un día, vuelve.
Arrambla con el presente. Se instala. Contamina.
Y si no lo paras, puede contaminar el futuro.