viernes, 13 de enero de 2023

RECIPROCIDAD.

Hay palabras que no hacen justicia a la belleza que contienen. RECIPROCIDAD. Dicen de ella que es una de las palabras más bonitas del castellano, como puede serlo arrebol, serendipia o etéreo, pero sigo pensando que el dibujo que realizarla lengua al dibujarla en el aire no es, ni de lejos, tan bello como lo que contiene. No espero reciprocidad del mundo. La música me da y no puedo devolverle nada más que mi atención. La lluvia me hace feliz sin que ella sepa ni siquiera de mi existencia. Sin embargo… … sí la busco en lo humano. La necesito para sostener los apegos. No exijo de otros lo mismo que doy, solo una corriente de afecto que nos envuelva con la misma intensidad, compensada, equilibrada, ecuánime, aunque no sepamos responder en el mismo idioma de cariño. Para mí, la reciprocidad no habla de cantidades si no de calidades. De entender el momento, de no medir ni calcular, solo dar cuando se necesita. Entiendo la reciprocidad como acudir al rescate sin más arma que dos brazos con los que estrechar… quizá una botella de vino o un plan que no haga olvidar, pero entretenga. La reciprocidad, para mí, habla de la entrega, aunque no se pague con la misma moneda. No de esperar del otro lo que tú harías, lo que hiciste o lo que diste… sólo lo que de esa persona necesitas. La reciprocidad, esa palabra que se enreda entre los dientes, contiene amistades verdaderas y amores sanos, cariños bien entendidos, abrazos y hasta el reflejo del sol sobre el mar de una cala, si se me permite la ñoñería. Que nos salve el cielo, salpicado de arrebol, de todos aquellos que con esta palabra solo saben hacer juegos de ventrílocuos.

No hay comentarios: