La carta que nunca envié

Querido soldado cuyo nombre estoy en proceso de olvidar.

¿Cómo va todo por allí? Por aquí sin novedades; Sigo tan cabezota, bipolar, estúpida, creída, aniñada, viciada, enamorada, egoísta y caprichosa como siempre.

Sigo arrepentida. Emocionalmente agotada y con el alma hecha trizas. Pero éste escrito no va con motivo de decirte cómo estoy yo. En absoluto. Desde que te fuíste no hay motivos para aparentar, soldadito, ya no encuentro esa fuerza que antes me ayudaba a tirar para adelante. Desde que no estás las cosas han cambiado tanto que me aterran.Ya no sé qué pensar del mundo en el que vivo; para mi se ha vuelto un completo desconocido. No te echo de menos. Solo siento unas enormes e irreflenables ganas aquí en mi pecho de que una mañana despierte y en mis mensajes aparezca uno tuyo que diga algo como:
-Muñeca, vuelvo a casa. Sano y salvo.
Te echo tanto en falta, soldadito. Son tantas las veces que el corazón me pregunta por ti, que lo he tenido que engañar y prometerle que volverás. Aunque ni siquiera yo esté segura de eso. Pero al menos él se lo cree y me deja en paz por unos momentos; deja de palpitar a toda velocidad y yo puedo dormir unas horas.

Estoy tan asustada, M, no tengo noticias tuyas y mi cabeza da muchas vueltas. ¿Cuándo vas a secuestrarme? Quiero poder abrazarte; quiero poder llorar y que me agarres con tanta fuerza de la nuca que escapen mil gemidos de entre mis labios. Y después me guiñes un ojo, porque eres tú el único capaz de dejar mi ego por los suelos.

¿Te acuerdas de mi? Hará frío, allí, supongo. Con tantas horas de diferencia entre ese país y éste lo cierto es que me hago un lío y no sé ni cuando imaginarte durmiendo.

Tengo tantas cosas que contarte, soldadito ...

Allí donde quiera que estés, estoy contigo. Y tú aquí conmigo. En mi pecho, en mi cabeza,en mis ojos, en mis manos, en mi nalga tatuada.

Te añoro. Me dueles. No tardes en venir a buscarme o desistiré en mi intento de sobrevivir. Nuestro sofá parece muerto sin ti. Me siento en él y parece que quiera tirarme al suelo como diciendo 'Aparta, tú no pintas nada aquí sentada'. Y es cierto que sin ti no soy nada ahí tumbada.

Vuelve.

Pd: Perdón por cada error, nunca te quise olvidar. Ni siquiera lo llegué a intentar. La rubita de los polvos mágicos te echa de menos.

Fdo: Siempre tuya,52