Una persona, totalmente desinteresada, una noche normal y corriente
de verano me dijo que él no tenía amigos, que yo no era su amiga ni él
era mi amigo y que yo, aunque creyera que si tampoco los tenía; que no
existía ni los amigos ni la lealtad de amigos. Podías tener colegas de
botellón, colegas con los que contarles más o menos por encima los
problemas, colega con los que convivir en caso de hacer una fiesta, o
incluso en alguna excepción “colegas íntimos” a los que contarle
algunos pensamientos profundos, pero pocos y muy por encima.
Lo
miré a los ojos y recuerdo que sentí mucha pena por él, porque sabía que
no estaba mintiendo, que era sincero, que estaba hablando de corazón.
Yo le dije que estaba equivocado, que tenía amigos, que tenía los
mejores amigos del mundo y empecé a darle explicaciones… ÉL me escuchó
pacientemente y me dijo: “Aún eres pequeña, algún día me entenderás” y
zanjó la conversación con un beso en el pelo…
Hoy, un año después
me resuenan sus palabras en la cabeza, me avisó de que no esperara nada
de nadie, de que la lealtad no existe, de que no le puedes contar un
secreto a nadie porque se acaba enterando todo el mundo, porque todos
los sentimientos rojos prometidos para siempre, no son más que promesas
hechas a la ligera que se las lleva el viento.
Que si, me he dado
cuenta de que tengo colegas para hacer botellón, para celebrar un
cumpleaños, para ir y venir… pero a la hora de la verdad algo falla y lo
peor de todo, es que cuando fallan nadie da la cara ni te dice el
porqué.
Qué razón tenías, que equivocada estaba y cuanto me has enseñado en tan poco tiempo.
2 comentarios:
No estoy de acuerdo para nada, sí es verdad que no todos los que crees que son tu amigos lo son de verdad, pero con el tiempo te das cuenta de que hay algunos (aunque muy pocos) que sí puedes considerarlos amigos de verdad. Seria muy triste pensar que todo lo que pone ahí arriba es verdad, no crees?
Cada uno tiene su forma de pensar.
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